Durante los últimos quince veranos, me he adentrado en el mar para fotografiar el skyline de la playa de la Barceloneta, siempre desde el mismo sitio: una boya. No es un punto muy preciso geográficamente hablando, pero eso es lo de menos. Año tras año, la imagen varía ligeramente: nuevas estructuras, nuevos edificios, diques, etc. modifican la silueta de la ciudad y de la costa en sí. La ciudad cambia lentamente, de modo que el proyecto, a pesar de llevar más de una década activo, no ha hecho más que empezar.
















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