Hace un siglo, el Salton Sea, situado al noreste de San Diego (California), había sido un inmenso lago de agua dulce: una gran masa de agua poco profunda rodeada de suelo desértico, territorio natural de pescadores. Durante los años cincuenta, sesenta y setenta gozó de una gran popularidad: estrellas de cine e ídolos musicales acudían en masa al lago. Desde Dean Martin y Jerry Lewis hasta Frank Sinatra y los Beach Boys, todo el mundo elegía aquel mar interior tan en boga como lugar de diversión. Situado tan solo a unos minutos del elegante Palm Springs, el Salton Sea se convirtió en una zona de recreo para las lanchas motoras de celebridades y multimillonarios.
Sin embargo, debido a la falta de desagües naturales y a la explotación del agua dulce para el riego ―con un retorno de aguas de escorrentías cargadas de sales procedentes del suelo y de residuos de pesticidas y fertilizantes―, el lago se fue volviendo cada vez más salado. A medida que aumentaban los niveles salinos, los peces de agua dulce iban muriendo. En solo unos años, los complejos turísticos habían cerrado, los puertos deportivos habían sido abandonados y todo aquel que pudo permitírselo se había marchado, dejando atrás negocios, casas y todo tipo de desechos.
Actualmente, el único recuerdo visible de la época dorada del Salton Sea son las estructuras en ruinas y los muelles hundiéndose en el agua tibia. En la playa, en lugar de arena, se amontonan las espinas y escamas de miles de peces.





















